Por: Ana Véjar
Octubre comenzó con una Guatemala sin más estado de calamidad, medida que rigió desde marzo y se implementó para atender la emergencia sanitaria por la enfermedad COVID-19. Con esto la apertura ha llegado a todos los sectores de la sociedad, se recuperó la libertad de locomoción, de domicilio y del comercio.
El Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, mediante el acuerdo ministerial 229-2020 presentó el Sistema de Alertas Sanitarias, que establece la medición periódica de indicadores de la incidencia de la enfermedad, intensidad del contagio, la tendencia de la epidemia. Los parques, bares, centros de diversión, eventos, ferias y conciertos, pueden funcionar, incluso en alerta roja.
Sin embargo, la apertura no significa que la enfermedad haya terminado. Así lo aclaró la ministra de salud Amelia Flores en una conferencia. “La epidemia no se ha ido, el virus está aquí, está en todas partes, pero es el momento que todos asumamos nuestra responsabilidad”, aseguró.
También presentó las normas sanitarias individuales: el uso universal y adecuado de la mascarilla, distanciamiento social o físico mínimo de 1.5 metros entre personas mientras se encuentre fuera de la vivienda e higiene de manos mediante el uso de agua y jabón por 20 segundos o gel con alcohol.
Juan Pablo Pira analista de ASIES, en unas declaraciones señaló que la liberación del país era algo que debía pasar. “Estamos saliendo no porque se acabó la pandemia, estamos saliendo porque finalmente había que salir, no nos podíamos quedar encerrados para siempre”. Añadió que se espera que la población mantenga las medidas sanitarias de prevención para evitar más contagios.
Para Luis Mack, sociólogo y doctor en ciencia política, con la finalización de las restricciones es necesario que la población sea responsable de sus acciones.
“Depende de todos cuidarnos, ser responsables de nuestras acciones. Debería ser así porque de eso depende nuestra salud. Lamentablemente, hay gente que minimiza la pandemia, la ven como irrelevante. Esto depende de la forma en que cada uno ha enfrentado la situación. En Guatemala tenemos algo que unos sociólogos llaman la cultura de transgresión, que es romper las reglas porque sí; ahora probablemente haría falta un mayor énfasis en las medidas de precaución”.
Desde el primero de octubre no hay toque de queda en el país. Foto: Eurosicial.
¿Qué es la nueva normalidad?
Esta expresión surgió en Estados Unidos luego de la Gran Recesión de 2008, en el ámbito económico se usa para describir las nuevas condiciones financieras. La expresión ha sido utilizada en varios contextos, en la pandemia hace alusión a que las sociedades deben aprender nuevas formas de convivencia con la posibilidad de transmisión del coronavirus.
Luis Mack enfatizó que la nueva normalidad debería ser más que las medidas sanitarias, debería ser un cambio social propiciado por la reflexión.
“Le decimos nueva normalidad al uso de mascarilla, el distanciamiento, pero no debería ser solo eso. Hay un problema que la nueva normalidad debería incluir: la crisis demostró que no tenemos un estado suficiente para mantener y para sostener muchas de las demandas de los guatemaltecos. La institucionalidad es ineficiente y la corrupción nos aqueja. Este tiempo debería ser de reflexión y superación, de preguntarnos qué modelo de sociedad y qué modelo estado queremos. El Estado que tenemos no es el adecuado, no debe continuar”, dijo.
“Se habla mucho de volver a la normalidad, pero nuestra normalidad no era muy positiva. Lo ideal sería que se superara realmente la vieja normalidad, en el sentido de cambiar la estructura que nos rige. Obviamente a muchos sectores no les conviene esto, a ellos no les beneficia que las personas cambien su forma de pensar. Sin embargo, tarde o temprano Guatemala va a tener que entrar en una discusión seria y profunda sobre su futuro.”, finalizó el analista.
La Organización de la Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura (UNESCO), a mediados de año lanzó la campaña “Nueva normalidad” que invita a reflexionar sobre lo que las sociedades entienden por normal, sugiriendo que se ha aceptado como “normal” lo que no debería ser normal, como la violencia o la desnutrición. Apela por no olvidar las lecciones de la pandemia y procurar el cambio integral.
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