Por: Vívian Chile
Una llamada a los servicios de emergencia, a través del número 123, fue registrada alrededor de las 2:30 am horas: alertó a las autoridades. Violaron entre 8 “hombres”, a una chica de 16 años.
Actualmente, vemos que las empresas recurren a la publicidad con contenido erótico, sexy y atrevido, para así atraer a más clientes. Vivimos en una sociedad hipersexualizada. De acuerdo con las informaciones de algunos testigos…
A lo largo de la historia se han postulado prototipos de abusadores, cayendo en la generalización; sin embargo, dicha población es muy diversa, heterogénea y no necesariamente pueden clasificarse como pedófilos. Se pueden observar ciertas tendencias y establecer algunas asociaciones, pero lo cierto es que así como la identidad de la víctima puede ser cualquiera, la del abusador también.
Ocho; aunque no es seguro. Ella contó 8 pero antes de quedar inconsciente le pareció escuchar a uno gritando "¡Somos 10!". No recuerda. Dice que cree que la drogaron porque no podía moverse, que se reían de ella y que pensó que iba a morir.
Dice que el alma duele más que la vejiga destrozada y es más difícil de sanar. Dice que se baña todo el tiempo, todo el día. Que siente culpa aunque no sabe bien de qué. Y que sueña que le sale basura de los ojos y la boca. Dice que no entiende.
Lo primero que preguntó la policía fue si alguna vez había estado en una orgía. 16 años tiene. Lo segundo, que por qué estaba donde estaba. Estaba donde estaba porque la drogaron,y así, DROGADA, fue llevada a una casa abandonada.
La violaban de a dos, para hacer más rápido. Algunos repetían. Como si fuera un plato de comida. 16 años tiene.
Dice que no sabe si quiere cumplir diecisiete. Dice que ¿para qué?.
Vi la foto de uno de esos hombres,con la boca abierta y la lengua afuera al lado de la vagina sangrando de esta chica de la edad de mi hermanita.
Pensé en mí misma cuando a los quince, volviendo del colegio un tipo me siguió con el pene de fuera. Caminaba rápido tratando de encontrar un lugar o a alguien que me ayudara. Antes de que me asaltara.
Pensé en mí misma a los 19, volviendo en el transporte público, un tipo se masturbaba en el asiento de al lado; se bajó riéndose cuando empecé a gritar. Recuerdo que vi el asiento manchado y vomité. Lo mío no fue nada. Algunas pesadillas de vez en cuando.
Tiene solo 16 años.
La encontraron deambulando, como ida, desorientada y sangrando. Dice que tiene vergüenza. Y que no sabe por qué. Yo creo que tiene vergüenza porque es lo primero que aprendemos. Lo que nos hacen creer. Que si la falda era corta. Te emborrachaste. Te gusta follar pero no quieres que te violen?. ¿Te gusta andar sola de noche?. ¿Te pones a hablar con cualquiera?.
Vivimos en un mundo donde denunciar una violación se convierte en otra violación peor. Porque el que debería protegerte te llama vulgarmente aunque no lo diga. Cuestiona tu ropa, tus gustos, tus horarios. Cuestionan tu cuerpo, tus hábitos.
Lo que deberíamos cuestionar es la clase de poco hombres que estamos criando como sociedad. De esos que agarran una chica y se la pasan entre todos como si fuera una botella de cerveza hasta que ya no queda nada. O sí. Quedan los restos. Y a ver qué hacemos con eso.
Se lo debemos. A esta chica. Y A todas las demás. A cada hermana, a cada amiga, a cada hija (o). A cada mujer. Porque pudo ser cualquiera de nosotras. Y puede volver a ser.
En cuanto a la naturaleza del abuso sexual y su duración, estas pueden variar según cada caso. Es así por ejemplo que en un estudio llevado a cabo por en niñas víctimas de abuso sexual entre 11 y 17 años, determinaron que en el 100% de los casos existió contacto físico, penetración en el 72% y uso de la fuerza en el 28% de las ocasiones y que en promedio el abuso duró 1-6 años.
Se cree que la forma más frecuente de abuso son los tocamientos inapropiados. Cortés y colegas determinaron en su estudio que del total de casos de abuso sexual en menores de edad, 62,8% consistieron en tocamientos inapropiados, 24,5% fueron violación y en 12,6% de los episodios no medió el contacto físico.
Es el derecho fundamental que permite a los seres humanos poder hacer valer sus derechos de forma justa y equitativa ante la ley sin prejuicio de discriminación por sexo, raza, edad o religión. el abandono escolar de las víctimas, embarazos no deseados y maternidad precoz o no voluntaria, el aumento de incidencia de enfermedades de transmisión sexual, ingesta de drogas, entre otras condiciones desfavorables para las personas a nivel individual y colectivo.
"Esta noche hacemos lo que mami y papi están haciendo", mi primer abusador. Andreita, tenía 6 años.
"Eres tan hermosa, nena. Por eso te elegí a ti", mi tío y violador, edad 14, Samantha.
"Él dijo que tú le diste tu consentimiento, es su palabra contra la tuya". Me decían...
"Estoy profundamente enamorado de tí", mi padrastro, yo tenía 13, Sofia. Mi mamá me dijo que era mi culpa. Mi familia piensa que debía mantener la boca cerrada.
La agresión suele ocurrir dentro de la casa de las víctimas o del abusador, por lo general sitios supuestamente seguros para los niños y donde la víctima no está prevenida, espacios que el abusador domina; es decir que con menor frecuencia se lleva a cabo en lugares oscuros, extraños, solitarios o abandonados.
Pese a la indiscutible gravedad de las múltiples consecuencias de la violencia sexual en la vida de sus víctimas y de la sociedad en general, este es un problema todavía muy invisibilizado y en consecuencia escasamente denunciado. Los estudios realizados coinciden al señalar ese subregistro o dato oculto de la verdadera magnitud de la incidencia de violencia sexual en nuestras sociedades. Un estudio realizado en América Latina calculó que apenas un 5% de las víctimas adultas de violencia sexual notificaron el incidente a la policía.
Y la pornografía, no se excluye, es una de las formas de pecado, que más daño ha hecho a la sociedad. Hombres y mujeres han sido perjudicados, y en algunos casos, destruidos al exponerse continua u ocasionalmente a material pornográfico.El Código Penal en el artículo 195 Bis establece el delito de comercialización o difusión de pornografía de personas menores de edad.
"Publicar, reproducir, importar, exportar, distribuir, transportar, exhibir, elaborar propaganda, difundir o comercializar de cualquier forma y a través de cualquier medio (Cd, WhatsApp, Facebook etc), material con contenido de pornografía de personas menores de edad o con incapacidad volitiva o cognitiva". La sanción para quien es condenado por este delito es de de 6 a 8 años de prisión y multa de Q50 mil Q500 mil.
Las consecuencias reportadas en dichas investigaciones hablan de secuelas en la salud física y emocional de las personas que han sido víctimas de estos delitos, cuya gravedad depende del tipo de agresión sexual y las condiciones en que se produce. La edad de la víctima, cercanía afectiva a su agresor o el tiempo en que haya sucedido, son elementos que con frecuencia acrecientan el daño causado, el cual resulta, con frecuencia, difícil o imposible de superar.
Igualmente, la atención se ha enfocado en los servicios de primera línea a las víctimas: atención médica de emergencia, atención psicológica en crisis, recepción de denuncia, traslado a albergues, cuando que se requiere, o entrega de transferencia monetaria condicionada en los casos de menores de 14 años embarazadas como producto de una violación.
También se han desarrollado esfuerzos institucionales importantes dirigidos a la prevención, mientras se mantienen en rezago las estrategias de persecución y sanción de los responsables de estos delitos, así como el resarcimiento a las víctimas.
De acuerdo con Justo Solórzano, especialista en protección infantil de Unicef en Guatemala, solo con las ganancias de este delito en el país “podemos duplicar la inversión del presupuesto nacional en materia de educación”. Y aunque las cifras impactan, la afirmación de Ericka Aguirre, asesora legal de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), es cierta: “No podemos cuantificar lo que vale una vida”.
Texto y fotos: Vivian Chile
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