Por: Ana Véjar
Dr. Edgar Gonzáles. Foto: Ministerio de Salud.
El doctor Edgar Rolando Gonzáles, ex viceministro administrativo y ex director de la Unidad de Planificación Estratégica del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), conversó con Generación 2.0 sobre los efectos que ha tenido la pandemia COVID-19 en el sistema de salud pública del país y los retos que le esperan al Ministerio de Salud en los próximos meses.
Históricamente se ha dicho que el sistema de salud pública en Guatemala está colapsado, ¿la pandemia COVID-19 ha empeorado ese deterioro?
Sí. La crisis del sistema de salud es crónica, se caracteriza por: baja inversión, red de establecimientos insuficiente, recurso humano escaso y concentrado en los principales centros urbanos.
Cuando se dan problemas de diferente índole como desastres o epidemias como la actual, las carencias se evidencian rápidamente, esto podría decirse que es una agudización o colapso del sistema. Cada evento o situación tiene sus propias características de las cuales algunas son más visibles que otras. El elemento más visible para la sociedad es la red hospitalaria, por eso casi siempre se habla de colapso cuando se ven los efectos en los mismos, pero es más que eso.
La pandemia COVID-19, por su naturaleza infecciosa y sus características de contagio —alta tasa de contagio, portadores asintomáticos—, comportamiento y evolución de la enfermedad —letalidad significativa en casos que evolucionan a síndromes graves—, ha evidenciado la baja capacidad de las instituciones responsables para responder técnica, administrativa y políticamente.
En términos institucionales, los efectos se han visto en la saturación de la red de hospitalaria en todo el país, la ineficiencia para dar suministros y protección al personal de salud.
Políticamente, se evidencia la falta de compromiso con la población, la escasa visión estratégica y la inclinación de la balanza hacia sectores con poder económico.
¿Qué acciones podrían contrarrestar este deterioro en el sistema?
Sinceramente, con este gobierno es difícil que se pueda contrarrestar de manera adecuada la situación, por su visión de corto alcance, favoreciendo lo económico por sobre la población; me refiero que no hace el balance adecuado. Parece que no interesa la población en general.
Suponiendo que se puedan crear condiciones, se deben planificar acciones para el control de la pandemia que nos permitan dejar activos para el futuro. Para minimizar lo más posible sus efectos, hay que controlar y detener la cadena de transmisión, y sobre todo: las intervenciones que se hagan deben ser pensadas para que permanezcan y no solo de manera temporal.
Por ejemplo, el primer y segundo nivel de atención —centros de salud, hospitales distritales—. Estos son la verdadera primera línea de acción. La estrategia debería ser contratar personal para los puestos de salud de forma permanente con funciones integrales, para que actúen ahora y en el futuro, no estar contratando personal temporal y coordinado desde el nivel central.
Lo mismo puedo decir de los hospitales, en lugar de poner tiendas de campaña temporales, se pudo montar proyectos para que se quedaran de forma parmente.
Para poder responder mejor ante eventos futuros de cualquier índole sanitaria, hay que iniciar un proceso de transformación del sistema de salud, una transformación integral, incluyente, con mayor inversión. Esto solo para empezar.
Según las autoridades del Ministerio de Salud, la red hospitalaria ha colapsado porque el nivel primario de atención no está fortalecido, ¿cómo se podría dar ese fortalecimiento?
Es cierto que la principal inversión tiene que ser en el primer y segundo nivel, pero va más allá. Tiene que reconocerse que la red hospitalaria es igual de insuficiente para las necesidades de la población, el déficit de camas hospitalarias es alto y se requiere bastante inversión para superarlo. La visión tiene que ser global e integral.
Para el fortalecimiento del nivel primario le puedo mencionar:
Incrementar la inversión en la atención primaria en salud sin perjudicar la inversión en los niveles hospitalarios, esto es más presupuesto para el sector público.
Disminuir la brecha de establecimientos del primer y segundo nivel, solo en puestos de salud tenemos una necesidad de más de 4000 nuevos puestos.
No basta construir, se necesita equipamiento y cambiar el pensamiento de que son servicios para personas pobres, los servicios de salud deben ser dignos, que respeten los derechos ciudadanos.
Dotar de personal suficiente y capacitado. El déficit de trabajadores de salud es alto, no se cumplen las metas internacionales, menos de 10 trabajadores por 100 mil habitantes, cuando deberían de ser más de 25.
Mejorar las capacidades institucionales de gestión y administración, compras, servicio civil, transparencia entre otras. Sin instituciones fuertes no hay políticas que se puedan implementar.
Respecto al tercer nivel, ¿cómo se podría mejorar la red hospitalaria?
Existe esa visión “hospitalocéntrica”, pensar que todo el sistema de salud gira alrededor de los hospitales, cuando la realidad es otra, si los hospitales no atienden a más del 2 % de la población, si bien nos va. Como le mencioné, la visión tiene que ser global e integral, porque en el país todas las condiciones son precarias.
Para los hospitales le digo:
Dejar de pensar que la capital tiene que concentrar la alta complejidad en la atención, es urgente descentralizarla y acercarla más a la población.
A partir de esto, organizar la red de servicios, tanto hospitalarios como de primer y segundo nivel, articulándolos de tal manera que permitan un continuo de atención.
La construcción de nuevos hospitales en puntos estratégicos, pero también el recambio de edificios, algunos edificios tienen más de 100 años y ya no se les puede hacer modificaciones.
Dotar de tecnología de punta y de forma desconcentrada, no es justo que solo dos hospitales capitalinos tengan aparatos para diagnósticos sofisticados o especialistas de primer orden.
Esto nos lleva a uno de los últimos puntos: el personal, más médicos, enfermeros, personal técnico, etcétera. Y la selección de directivos por oposición, sacar de lalí las manos de políticos corruptos.
Todo empieza por la política.
El recurso humano es importante en cualquier organización, ¿cómo cree que ha impactado toda la situación a los trabajadores de salud?
Era de esperarse que el personal se viera afectado y se mermara en algún momento. Sin embargo, los números han sido altos ya que no se les ha dado el apoyo suficiente para su protección, no solo en el sector público, también en el privado.
Si el personal tuviera mejores salarios y prestaciones laborales, con contratos de exclusividad con el MSPAS, no tendría que estar en tres o cuatro trabajos que los desgastan y los hacen vulnerables a los contagios.
Hoy se encuentran afectados emocionalmente por lo que han vivido, lo que han visto, no se esperaban la magnitud de esto, además el temor por el contagio y el riesgo para sus familias. Sin embargo, por una u otra razón, siguen cumpliendo con sus obligaciones.
Según el proyecto del presupuesto 2021 que fue presentado el pasado 2 de septiembre, se planea otorgarle Q9 mil 894 millones al Ministerio de Salud, ¿este monto responde a las necesidades del sistema?
No, pero también se necesita una buena planificación, claridad de lo que se quiere hacer, una ruta de trabajo, muchos preparativos previos, planes de inversión, estudios de prefactibilidad, planes de compra proyecciones de personal tantas cosas. Si no se hacen estos preparativos, todo el dinero se desperdiciará o se convertirá en un botín.
¿Cuáles cree que son los retos que le esperan al Ministerio de Salud en lo que queda de este 2020?
Controlar realmente la pandemia, en estas circunstancias los efectos se ven en la mortalidad, así que las falsas percepciones no se pueden mantener mucho tiempo.
Mejorar sus capacidades de gestión y ejecución del presupuesto.
Iniciar la recuperación de coberturas de atención pérdidas y evitar que otros problemas de salud también se conviertan en crisis.
Planificar intervenciones intensificadas para el próximo año.
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