EDITORIAL
Un año más cumple la revolución del 20 de octubre de 1944. Sus 76 años ven con tristeza como uno a uno sus logros se han ido perdiendo por falta de capacidad de los políticos y por la indiferencia de un pueblo sumido en la ignorancia.
Es básico para cualquier ciudadano guatemalteco conocer su historia. No importa que sea tan lejana como la revolución, o tan cercana como el decomiso de 122 millones de quetzales en casa de un ex funcionario corrupto.
La pandemia del Covid-19 ha presentado dos caras desconocidas o más bien ocultas de la sociedad guatemalteca. Por un lado las muestras de solidaridad y apoyo que se tuvo con aquellos menos favorecidos y que quedaron desamparados ante esta pandemia.
Y por el otro, la avidez de unos pocos que no han hecho más que tratar de seguir solapando a los corruptos de siempre. No cabe duda que los tiempos difíciles pueden sacar lo mejor o lo peor de una sociedad.
Es triste que una población tan golpeada por la pobreza y la indiferencia, permita que se roben tan descaradamente el futuro de millones de guatemaltecos. Antes de la revolución de 1944, se tenían los niveles más altos de analfabetismo y los niveles más bajos de desarrollo social de Latinoamérica.
La desigualdad entre hombres y mujeres dieron pasos de gigante ante una constitución que era lo más moderno en la época. Llevando a una Republica capitalista con vista a la democratización e independencia económica de nuestro país. Apostando a la educación y al trabajo digno.
Se dio una verdadera modernización del país, sacándolo del colonialismo y la dependencia económica que se tenía con el país del norte. Al cual no le cayó en gracia esa nueva libertad en Guatemala. Y tachando de comunismo, justificó una invasión a todas luces ilegal y violenta. Sacando al gobierno democrático e imponiendo la ley del terror y el miedo.
Fueron muchos años de violencia y llevando a cabo un plan siniestro en contra de cualquier persona que pensara en un progreso real para todo el país. Iniciaron con la persecución de cualquier libre pensador y eso nos llevó a una guerra civil que duró 36 sangrientos años.
Se firmó la paz, pero el plan ya iba viento en popa y empezaron a privatizar todos los recursos del Estado, dejándolo débil y casi a punto de colapsar. Lo privado, solamente ha servido para generar mucha más corrupción en todo sentido. Las empresas son generadores de saqueos sin precedentes de los fondos del erario nacional.
Por eso en esta fecha donde todos los soñadores piensan que pueden cambiar la situación del país con sus acciones. Denunciando la corrupción, enfrentando a esos monstruos que día a día le roban el futuro a nuestros niños y jóvenes. Siendo hombres y mujeres comprometidos con mejorar todo aquello que nos represente una mejora sustancial en la forma de vivir.
Porque la revolución puede empezar en nuestro interior y poco a poco ir compartiendo solidariamente la humanidad que nos han querido robar con sus trabajos injustos, sus tratos violentos y sus robos descarados. La humanidad que dicto una constitución que puso primero a la sociedad antes que a sus intereses propios, que construyó escuelas y dejo el mejor código de trabajo en toda Latinoamérica.
La humanidad que nos dio el seguro social poniendo la salud como prioridad, dando el voto a las mujeres y abriendo la brecha para el desarrollo de los derechos civiles. Una reforma agraria que dio tierra y trabajo a miles de campesinos y que nos dejó carreteras y puertos para nuestra independencia económica.
Esos logros nunca los debemos perder, jamás debemos permitir que unos pocos sigan haciendo lo que les venga en gana. La organización y la preservación del Estado de Derecho es lo que nos debe llevar a convertirnos en revolucionarios verdaderos.
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